Galdós y Baroja hacen la novela sucesiva, en que las cosas van ocurriendo y siendo presentadas por su orden (más ocasional y perezoso en Baroja, más riguroso en Galdós).

Valle hace por primera vez la novela simultánea, en El ruedo ibérico, a la par, sí, de los norteamericanos, pero por intuición del jadeo de una ciudad, y no por mimetismos imposibles. Al escritor novel de la periferia que era yo, le indignaba que de Valle sólo funcionase el teatro, porque lo montaba Tamayo con Nati Mistral mostrando un seno franquista en el Bellas Artes, en tanto que los que iban todas las tardes a revolverle el café a Baroja le decían a uno que Valle sólo era un modernista/esteticista.

¿Se ha escrito en España la novela de la modernidad, si no es El ruedo ibérico? ¿Quién ha hecho el prodigio —los galdobarojianos menos que nadie, por supuesto— de convertir el cronicón del XIX en una de las grandes novelas de la modernidad, que abre caminos en España (caminos que nadie sigue) como Joyce o la Woolf en la literatura anglosajona, como Musil en la alemana, como Proust en la francesa? El simultaneísmo, la ausencia de protagonista (Joyce transmuta al héroe en antihéroe, pero viene a ser lo mismo), el sentido coral de la novela es algo tan moderno y vigente que los españoles aún no lo hemos entendido.