Mi amigo Rafael Alberti me decía que el arte popular no existe, que sólo es la ceniza de algo minoritario y exquisito que se ha perdido.

—Pero eso, Rafael, va contra tu credo comunista, estás negando al pueblo y su capacidad creadora.

—Estoy hablando, simplemente, de los orígenes del flamenco y el jondo, y de eso sé más que tú.