A uno, naturalmente, le gusta más el Valle novelista, pero a ambos los estudio con igual detenimiento y placer. Mi libro no es que carezca de procedimiento, sino que evita los procedimientos académicos, universitarios, «profesionales», habituales, consagrados, para atenerse a otro sistema más personal y quizá un poco heterodoxo, tampoco demasiado, que pasaron los tiempos de jugar a escritor maldito. Al menos pasaron para mí. Valle no deja de ser un maldito, empero, de modo que tampoco necesito poner el énfasis en esta calidad/cualidad, sino sólo mostrarla, como decía Flaubert que se debe hacer en la novela. Y Valle, sin ser flaubertiano, está muy en la modernidad narrativa del francés.
Hay en este libro mío una cronología implícita. Stendhal, que tantos trucos conocía de la novela, no da el tiempo mediante fechas, sino mediante síntomas, detalles. Algo así ha hecho uno, mayormente cuando esto no es una biografía, sino una lectura muy personal del que considero el mayor/mejor escritor español de todos los tiempos, en cuanto a acumulación de facultades. No digo, pues, que no haya otros más profundos o trascendentales.