A Juan Luis Cebrián le había conocido yo por las redacciones de Madrid —Informaciones, Pueblo—, siempre primero de la clase, siempre rubio, aplicado y hermético. Nada más salir El País, me llamó una noche:
—¿Ves este periódico tan serio que hacemos, esta cosa con tanta barba? Bueno, esto necesita un columnista, y a mí el único que me gusta eres tú.