El rey don Juan Carlos, con los demás, no sé cómo es, pero conmigo es cambiante. El Borbón borbonea, que es lo suyo. Nos vemos varias veces al año, en sitios tan restringidos como Alcalá de Henares (con Chillida) o en La Zarzuela o el palacio de Oriente, entre republicanos, exiliados y toda la gallofa política y literaria, y un día que le dije «Cielo» a una infanta se la llevó en seguida:
—Cuidado con este Umbral, que tiene mucho peligro. Acaba de conocerte y ya te llama cielo.