LANZA tu coche rojo y estréllalo en el viento, muramos en la llama verde de los crepúsculos, llévame hasta el final clamoroso del día y nuestras dobles vidas, nuestras dos juventudes, que reflorezcan lejos de nuestra biografía.
Vamos en la gran noche, pulsa tu coche rojo como el arpa de humo de un verano sangriento, que este motor se torne, con la velocidad, lírico como un potro en la noche de julio, y muramos a dos, juntos y separados, en la explosión callada del mundo y sus colores.
No quiero más hogueras, más cálices de fiesta, vamos con nuestra historia, cada uno sus traiciones, a matarnos despacio en sucesivas muertes, el sigilo homicida de la velocidad.
Lanza tu coche rojo y estréllalo en el tiempo, contra los farallones de la nada, acabemos de golpe con la farsa brillante de estar vivos por siempre en los saraos de sangre donde cenamos muerto.
Sabes lo que te digo, tú entiendes mi amargura, subamos a tu coche, esa llama de oro, volemos en la noche, toda seda y pecado, hasta el límite rojo, los altos farallones de la nada. Lo hemos vivido todo, hemos llorado muertos muy pequeños, hemos tenido amores, ahora somos muy viejos, qué coche funerario, velocísimo coche, para volar en julio al final de los meses, para volar en julio a la muerte sin fecha.
Lanza tu coche rojo y estréllalo en el viento, estréllalo en la brisa rizada del verano, estréllalo en el oro turquesa del estío. Qué final silencioso, qué gloria tan callada para nuestras dos vidas, para mi oculta fama, qué viento tan ligero, nocturno como un ave, volaríasin palabras sobre nuestros cadáveres.