Isabel podría dar mucho juego en otros ministerios, pero ha demostrado que no tiene sensibilidad para el canto de las aves, para la gracia de los flamencos, para la bizarría del oso y el bucardo, para la leyenda de los bosques asturianos o para la vida de las aves de caza. El ministro que suprima en España la caza y los toros debe ascender inmediatamente a presidente del Gobierno. Pero nadie lo hace porque es «impopular». En España se gobierna mucho de acuerdo con lo popular y lo impopular. Más que las leyes, los ministros y los concejales tienen en cuenta la popularidad/impopularidad de un tema:

—¿Por qué no prohíbe usted que tiren la cabra?
—No sería popular…

Y con esto creen cumplir con una democracia natural que no es sino demagogia. Los ministros de Carlos III que quisieron ir contra lo popular —el chambergo, Esquilache— se jugaron el cargo y la vida.