El sexo es una flor o un monstruo. Se puede optar, en la vida, por llevar oculto un monstruo o por llevar erguida una flor. Casi todo el mundo opta por el monstruo, lo esconde, lo hostiga, lo alimenta o lo mata.
Pero el sexo, que tiene vocación de flor, sufre mucho con su encarnadura de monstruo. Algo va a crecernos en el cuerpo. Un rosal o un reptil. Podemos nosotros decidir su naturaleza. Nos han enseñado a decidir que sea reptil. ¿Por qué no dejar que sea rosal?